Tras un largo y tortuoso viaje, el auto de Liam finalmente se detuvo frente al café “Red Stella”, donde tres patrullas custodiaban el lugar.
–¿Son nuestros hombres? –le preguntó Alastor a Liam
–Sí, me aseguré de que ningún humano viniera, también llamé al teniente Collins, quien a su vez llamó al señor Basil, debe estar al caer –informó Liam
–¿Alastor? –lo llamó Neilan al ver que el hombre olfateaba el aire
–Llama a Byron, dile que traiga a su equipo, diles que corran, el olor del vampiro aún está fresco, no debe estar lejos…–
–¿Cómo…? –
–Haz lo que te digo –gruñó Alastor antes de dirigirse al local –Liam, llama a mi suegro, necesito a mis mejores rastreadores –
–Como usted diga señor –dijo Liam volviendo junto a su hermano, Neilan
Tras saltarse la cinta que prohibía el paso a civiles, Alastor entró al café, donde, en una de las mesas cercanas a la barra, pudo ver a dos jóvenes hablando con Marcos, uno de sus tantos guerreros que habían sido infiltrados en las fuerzas policiaca