–Esta actitud tuya no tiene nada que ver con el lobo que vi ir tras los salvajes –dijo Anna antes de limpiarse la saliva del lobo –Me gustas más así…–
“¿Oíste?” –preguntó Damon
“Por favor, sólo vámonos…”–pidió Dante avergonzado
Tenía que admitir que la actitud dócil de su lobo lo estaba sorprendiendo, pues Damon, rara vez se dejaba tocar por alguien, si acaso, por su madre, su padre, y ocasionalmente, por algunos niños, sin embargo, ahí estaba, a punto de tumbarse patas arriba para que Anna le frotara la barriga.
“Damon, nuestra compañera tiene hambre” –le recordó Dante tratando de evitar semejante espectáculo
Al escucharlo, Damon gruñó, frotó su cabeza contra el cuerpo de Anna una última vez y después, se alejó unos pasos para echarse a cuatro patas.
–Si, definitivamente me gusta más este Damon –dijo Anna riendo al escuchar cómo el lobo ronroneaba cuando ella subió a su lomo y se abrazó a él de la misma forma en que lo había hecho antes
Encantado por sus palabras, y por poder s