Pasamos bastante tiempo charlando y riendo con los invitados, pero Cassidy, con su distintivo tono pelirrojo, brillaba por su ausencia. Había contactado discretamente a Jayden, quien me había asegurado no haberla visto, pero que no guardaria la guardia.
En la sala, una tenue luz dorada resaltaba los destellos de las decoraciones y el brillo de los cristales en las copas, creando una atmósfera cálida y acogedora. La música de fondo, con su elegancia, logró hacer que momentáneamente me distrajera de la situación que estábamos atravesando. A pesar de encontrarnos en ese elegante entorno de celebración, me sentía nerviosa porque aún no la encontrábamos, como si ella ignoro la fiesta.
Observaba a todos los presentes con mi copa en la mano, sin percibir a nadie que levantara sospechas. La llegada de más de cien personas fue inesperada, lo que complicó la tarea de encontrarla entre los invitados. Después de concluir su conversación con algunos ejecutivos, Alexander se aproximó con una expr