46| Como un padre.
Helene buscó en el armario, pero no encontró nada “bonito” como le había dicho Itsac, así que se sentó en la cama, frustrada. Había llegado a Ciudad Costera apenas con unas cuantas prendas poco llamativas y ahora no sabía qué ponerse.
Si al menos supiera qué era lo que tenía planeado el piloto tal vez podría saber si debía vestirse formal, casual, elegante o quién sabe qué.
Portia y Carlo se fueron para la casa del hombre y prometieron pasar en la mañana para hablar de cómo sería el anillo de seguridad para proteger a Helene de Bertinelli, pero, aunque era claro que ella no quería tal anillo de seguridad, su cuñado no lo dejó a discusión.
— ¿Qué es lo que planeas, rubiecito? — se preguntó en voz alta mientras decidía por unos zapatos o unos converse. Las palabras del Itsac le llegaron, flotando como espuma: “Yo sí quiero estar contigo”
Aquella frase la había roto en dos, fue pronunciada con tanta emoción contenida por los labios del hombre que Helene sintió que le dio un vuelco el