Capítulo IX
Camila Velarde
Después de que me dieron el alta en el hospital, Karina y Sebastián, me recogieron y me llevaron a la casa que voy a rentar. En el camino a mi nuevo hogar, Karina me presta su celular para llamar a mi padre. Necesito decirle que estoy viva, que lo que dicen en las noticias no es verdad, necesito que me escuche. Pero él me manda al buzón cada vez que intento llamar. Me angustia mucho, porque sé que debe estar sufriendo por mi supuesta muerte. Intento de nuevo, suplicando que conteste, pero otra vez entra directo al buzón.
Recurro a las redes sociales para ver si encuentro alguna noticia de mi padre.
—No, no, no es verdad… ¡No! —solté un llanto desgarrador—. Me estoy partiendo el alma… mi papá no puede estar desaparecido o muerto. ¡No, por favor Dios!
Mis amigos me miran angustiados. Les enseño el celular y, de pronto, me empiezo a sentir muy mal. Siento un dolor muy fuerte en mi vientre. Ellos no dudan y me llevan de inmediato de regreso al hospital. Me revis