Capítulo LIX
Máximo
Tengo días de apuesta en apuesta, como si cada ficha que tiro pudiera borrar el momento en que Scarleth me corrió de la habitación.
Días sin dormir bien, sin comer, sin más compañía que el ruido de las máquinas y el olor a alcohol barato.
Desde que me corrió de su lado… siento que todo se me vino abajo.
Camino como sombra, sin rumbo, sin ganas de detenerme. Solo quiero apagar la maldita sensación en el pecho, ese vacío que me dejó su mirada fría cuando me dijo que me fuera.
Entro al casino como si fuera mi segunda piel.
Las luces me queman los ojos, pero no me afectan.
La gente ríe, grita, celebra… yo solo existo.
Me siento frente a una mesa, tiro dinero sin pensarlo.
No gano nada. No pierdo nada.
Solo… sigo.
Porque si me detengo, voy a pensar.
Y si pienso… me hundo.
Me estoy quedando con poco dinero. Esta es mi última oportunidad para ganar.
Tiro los dados y solo cruzo los dedos, rogando porque esta partida me salve.
Pierdo.
—Maldición… —susurro, pero el coraje me