Alonso salió de casa y se encontró con que faltaba el auto de Arturo. Los dos se vieron y su primo le dio una palmadita en el hombro.
—Dejé las llaves pegadas. —comentó Arturo. —Pensaba qu este era un lugar seguro.
—Mi hijo tiene catorce y no sabe conducir bien. No esperes que pague tu coche y recuerda que si no tienes seguro estás en demasiados problemas.
Arturo vio a su primo y le dio un golpe en la espalda.
Alonso regresó a la casa y preguntó: —¿Dónde puede estar?
—¿El panteón?—propuso Priscila.
—Pablo le huye al panteón.—Les recordó Charlie. — Y ahí no hay nada
—Algunos lo encontramos reconfortante —replicó Lauren. —Es mejor que hablarle al viendo.
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