La vida en muchas ocasiones nos despliega diferentes caminos, llevándonos a un destino totalmente opuesto al que nos habíamos idealizado. Margot estaba en la mejor etapa de su vida, era feliz junto a su novio y futuro esposo, pero en un solo instante perdió toda su vida en un trágico accidente que además le dejó grandes secuelas en su cuerpo. La soledad, la desesperanza y el vacío es algo que no se puede ocultar detrás de una sonrisa fingida, y ella ha sabido ocultar su dolor muy bien. Pero en ese pozo de soledad y tristeza, llega un hombre que la hace vibrar no solo con un beso, sino con esa chispa de añoranza que perdió tiempo atrás. ¿Podrá Margot volver a empezar, dejando su sufrimiento atrás y permitiéndose ser feliz?
Leer másNota:
¡Hola, mis amores! Espero se encuentren muy bien.
De antemano quiero agradecerles por tanto apoyo y por siempre darle una oportunidad a mi trabajo. Es gratificante y hermoso ver los bonitos mensajitos que me dejan en cada historia.
Este libro trata de Margot y Gabriel, personajes secundarios de «Pasión Secreta«, así que, si no la has leído, te invito a que lo hagas. La encuentras en mi perfil.
Como siempre, les deseo una lectura apoteósica. Gracias por tanto y por todo lo que me brindan, sin su hermoso apoyo, no sería lo mismo.
Dejo la advertencia: ¡Actualizaciones lentas! Así que paciencia, mucha, de hecho. Más de la que me tienen de por sí, pero es que ya saben, soy una muchacha con obligaciones ;)
¡Los adoro con toda mi alma!
Desperté por culpa de una horrible pesadilla, agitada y con mucho dolor en el cuerpo. Traté de moverme y hablar, pero no pude hacerlo porque mi voz no salía y mi cuerpo se encontraba paralizado. Me sentía desorientada y no logré reconocer nada a mi alrededor.
¿Dónde estoy? ¿Por qué me duele todo el cuerpo, especialmente la cabeza y mis piernas? ¿Dónde esta Gonzalo? ¿Qué es lo que está sucediendo? Mi memoria incluso falló, era como si tuviera la mente en blanco.
—¡Mamá, Margot despertó! —gritó una voz muy cerca de mí, pero que no logré reconocer de momento—. ¿Cómo estás, calabacita? ¿Te duele algo? No, no te muevas. El doctor ya viene a revisarte.
¿Doctor? ¿De qué doctor habla este hombre?
Enfoqué mejor su rostro y poco a poco lo fui reconociendo. Mi hermano mayor; Marcus, se veía emocionado, con una capa oscura debajo de sus ojos que denotaban cansancio y preocupación. Un montón de lágrimas empezaron a salir de ellos mientras tomaba mi mano y la besaba repetidas veces. No entendía lo que sucedía ni mucho menos por qué estaba llorando de esa manera tan incontrolable, pero en el intento de preguntarle, mi voz simplemente no salió.
—¡Mi niña! —reconocí la voz cansada de mamá y la miré, preguntándome por qué se veía tan demacrada y delgada—. Gracias a Dios que despertaste. Yo… hubo un momento donde perdí la fe, pero aquí estás con nosotros y eso es lo más importante.
—Buenas tardes —desvié la mirada a un doctor que enseguida me sonrió—. Es un milagro que hayas despertado, Margot.
El doctor me revisó mientras hablaba sin parar de cosas que no lograba entender por completo. ¿Un accidente? ¿Un trauma? ¿Qué tratamiento? ¿Por qué debo ir a terapia? Me hacia pregunta tras pregunta a la vez que él le explicaba a mi madre y a mi hermano lo que conllevaba mi recuperación.
Traté de hacer una vez más memoria, pero lo último que recuerdo fue haberme casado. ¿Dónde está Gonzalo? ¿Por qué él no está aquí conmigo? ¿Qué clase de accidente tuve? No recuerdo nada más que el día más feliz de mi vida. ¿Qué hago aquí, en lugar de estar celebrando mi luna de miel con mi adorado esposo?
—Te vamos a retirar la careta, pero no puedes hacer ningún esfuerzo de más, ¿de acuerdo, Margot? —inquirió el doctor—. ¿Me entiendes?
Asentí por inercia y, tras quitarme la careta, pude sentir alivio en mi garganta y hasta en mis pulmones. El aire fue escaso y por un momento olvidé cómo se respiraba, pero poco a poco fui llevando el ritmo de mis respiraciones por mi cuenta. Sentía una opresión en el pecho y mi respiración era bastante trabajosa, pero normal, según el doctor tras haberme quitado el oxígeno.
—¿Cómo estás, Margot? Soy Jackson Williams, el medico que te ha estado tratando desde que ingresaste a la clínica. Cuéntame, ¿recuerdas algo antes del accidente?
—¿A-accidente? No recuerdo… —la garganta me dolía mucho y no podía siquiera conectar mi cerebro y mi lengua—. ¿Gonzalo?
—De acuerdo. Hace dos semanas sufriste un accidente automovilístico, donde…
—Doctor, por favor, déjeme darle esa noticia —interrumpió mi madre y fruncí el ceño.
Reparé en el aspecto de mamá y cientos de preguntas empezaron a formularse en mi cabeza, pero por más que deseaba hablar, algo me impedía hacerlo. Al igual que Marcus, mamá se veía demacrada, como si no hubiera podido dormir por noches enteras.
—Mi amor...
—¿Qué ocurre?
Tomó mi mano y la apretó con fuerza, parpadeando con rapidez, como si eso fuera a impedir que sus lágrimas no se deslizaran por sus mejillas. Me sentía tan confundida y desesperada por saber lo que estaba sucediendo, que en el intento de levantarme de la cama, las piernas no me respondieron como lo exigía mi cerebro.
—Habla, mamá. ¿Qué pasa? ¿Dónde está Gonzalo? —miré a mi hermano, empezando a sentir un inmenso dolor en mi pecho—. ¿Marcus?
—Lo siento tanto, mi amor —sollozó mamá, dejando salir esas lágrimas que estaba reteniendo—. Tú eres el milagro después de tanta tormenta.
—No entiendo qué quieres decir...
—Hace dos semanas te casaste con Gonzalo, todo estaba perfecto y te veías tan feliz. Yo... ¡Dios mío! Nunca imaginé que esto fuera a suceder en mi familia —se limpió las lágrimas con brusquedad.
—¿Dónde está Gonzalo?
—Hicieron todo lo posible, pero perdió tanta sangre y tuvo tantos traumatismos, que no lo soporto.
—¡¿De qué hablas!? —grité con la poca fuerza que tenía, empezando a sentir un denso dolor de cabeza.
—Gonzalo perdió la vida en el accidente...
Negué repetidas veces con la cabeza, gritándole que no era cierto, que Gonzalo estaba ahí fuera esperando por mí para casarnos y formar la vida que tanto soñamos, pero los recuerdos de mi boda, el día más feliz de mi vida, empezaron a llegar en cadena.
Recordé cuando Marcus me entregó en el altar y Gonzalo me recibió entre sus brazos con una sonrisa brillante y los ojos llorosos. En mi cabeza se reprodujeron una y otra vez las palabras que nos dijimos antes de darnos el sí y unirnos en santo matrimonio. Su beso, ese dulce y apasionado beso que nos dimos para sellar nuestra unión quemó mi corazón de manera inmediata.
Estábamos tan felices y ansiosos de llegar a nuestro nuevo hogar, que nos saltamos la recepción y decidimos marcharnos ipso facto hacia Búfalo para no perder más tiempo, pero la vida nos había deparado un destino que ni en sueños teníamos previsto.
Gonzalo me besaba y acariciaba apasionado mientras nos dirigíamos en la limusina hacia nuestra nueva casa, cuando aquel golpe tan bestial y la espesura de la oscuridad nos separó para siempre. No recuerdo más que gritos, un intenso dolor en todo el cuerpo, en especial en mis piernas y un olor a gasolina muy denso.
—Mi amor, lo siento tanto. Sé por lo que estás pasando y sé que saldrás adelante con nuestra ayuda. Yo nunca te dejaré sola. Agradezco a Dios por salvarte...
Lloré y grité entre los brazos de mi madre, deseando haber muerto para no tener que vivir en este maldito infierno. ¿Por qué no morí junto con él? ¿Por qué la vida es tan desgraciada de dejarme aquí sufriendo y sola? No entiendo por qué la vida se empeña conmigo, más cuando la felicidad empezaba a cobijarme bajo su manto.
Mi esposo, el hombre que he amado por tantos años, ya no está y con él se llevó mi vida entera. ¿Qué se supone que haga con todos los sueños que teníamos? ¿Dónde queda nuestra vida y nuestro amor?
—¿Por qué? ¿Por qué? —grité, haciendo el intento de levantarme, pero no podía y mi madre tampoco permitía que lo hiciera—. ¡Súeltame! Déjame ir con él. Yo no quiero vivir, mamá. Por favor, déjame ir con Gonza. ¡Gonzalo!
—Calma, mi amor. No te alteres o puede ser peor.
—¡Yo debí morir con él! —me removí entre sus brazos—. Quiero verlo...
Luché por liberarme en medio de suplicas y gritos que eran ahogados en el pecho de mi madre. Ella me abrazaba tan fuerte, queriendo transmitirme calma y fuerza, pero ¿cómo seguir en esta perra vida cuando lo has perdido todo? ¿Cómo vivir cuando perdí no solo al amor de mi existencia, sino también a ese pedacito de vida que crecía dentro de mí?
Gonzalo nunca supo de nuestro hijo, porque callé para decirle en nuestra luna de miel la noticia... y ahora nunca sabrá que dentro de mí crecía una prueba ferviente de nuestro amor, porque simplemente ya no volveré a verlo nunca más.
Aprendí que el tiempo cura las heridas. Aprendí que hay personas que llegan a tu vida para hacerte ver lo que tú no quieres debido a la venda que te has puesto en los ojos. Aprendí que caemos muchas veces, porque la vida es una ruleta y cada día es muy diferente al anterior, pero también aprendí de los errores y del sufrimiento. Aprendí que las personas somos pasajeras, pero si fueron importantes para ti, quedarán como una bonita huella en tu camino. Aprendí a ser feliz a la mala, pero también aprendí que, después de tantos tropiezos y lágrimas, llega la recompensa que tanto nos merecemos.La vida me ha enseñado cosas buenas y malas, pero de todo lo que he vivido, un aprendizaje me ha quedado. Pensé que iba a morir de tristeza y soledad, que jamás podría volver a ver la luz del día y que yo era una persona que había nacido para ser infeliz y desdichada. Ese sentimiento indescriptible que aparece cuando pierdes a un ser amado, no quisiera volver a sentirlo nunca más, pero comprendí que
Ante sus palabras mi mente quedó en blanco, no supe qué decir y tampoco pude moverme un solo centímetro de mi lugar.—Yo... Bendito, no sé qué decirte —solté una gran bocanada de aire—. No esperaba que me dijeras algo como eso en un momento tan sensible como este.Soltó una risita, llevando varios mechones de mi cabello por detrás de mi hombro. El tiempo se detuvo para mí luego de que me dijera semejantes palabras, por lo que no me había percatado de que seguíamos unidos.—No lo dije adrede, solo salió sin más —sonrió—. Por supuesto que quisiera casarme contigo y formar la familia que ya somos. Estar a tu lado de por vida es lo que más anhelo, pero también sé que debemos ir a paso lento.Lo miré por largos segundos, trayendo a mi mente todo lo bonito que seriamos si fuésemos la familia que tanto queremos. Nuestro hijo viene en camino y nosotros nos amamos completamente, así que, ¿por qué no unirnos en vida y hasta la muerte? No hay nadie que impida amarnos profundamente para siempre.
El beso que nos dimos fue desde lo arrebatado y torpe, hasta lo suave y profundo. Nuestros labios se acariciaron como hace mucho no lo hacían, disfrutando del contacto apasionado.En medio de esa alocada forma de besarnos, la ropa empezó a estorbar. Mis manos se movieron por sí solas al igual que las suyas, quedándonos piel a piel para poder palpar la carne del otro sin obstáculo alguno.Los besos subieron de intensidad, así como las caricias y nuestras respiraciones. En ese instante donde solo existíamos los dos y no habia nadie que nos pudiera frenar, la calma y la ansiedad nos estaba jugando una mala pasada. Queremos ir tan lento como podamos, disfrutar de la piel y del calor del otro, pero esa necesidad que tenemos de consumirnos por completo luego de tanto tiempo sin fundirnos en los brazos del otro, no nos permite ir a paso lento. Deseo ser devorada con esa pasión y ternura que siempre lo ha hecho.Y en esa expresión tan sensual, en la forma en que respira agitado y araña mi piel
MargotAntes hubiera hecho hasta lo indecible para estar lo más lejos posible de Gabriel y de todo lo que él despierta en mí, pero ahora que lo tengo más cerquita de mi ser, quisiera que el tiempo nos congelara justo en este instante donde solo somos él, nuestro angelito y yo.Los días van corriendo con suma rapidez, no quiero que este mes que vamos a estar aquí se acabe nunca. No quiero alejarme de él, porque me he dado cuenta en los últimos días que lo necesito más de lo que pude imaginar. Necesito de sus brazos, de sus besos, de sus tiernas caricias, de sus hermosas palabras de amor, de su amor profundo y pasional. Necesito todo de él con una urgencia que me agobia y me hace sentir grandes deseos en la piel y el corazón.Esta distancia que tomó de mí me está haciendo mucho mal, pero lo acepto todo, porque prefiero tenerlo aquí cerquita que lejos de mí. Mas me cansé de esperar a que me dé luz verde o tome la iniciativa, porque no veo sin interés alguno de hablar sobre nosotros.Sé q
GabrielHay momentos únicos en la vida, aquellos que recordarás hasta el último de tus días como los mejores y llevarás en el corazón como los más bonitos que viviste. Mi vida estaba siendo un caos los últimos meses, me sentía abarrotado de todo, que no podía más por culpa del amor. Mi humor estaba cada vez peor y mi corazón se sentía cada vez más vacío.Me enamoré de una mujer que no es mala persona, todo lo contrario. Margot es muy buena, ella tiene un corazón muy lindo, pero sus miedos e inseguridades rebasaron mi límite. Quizás era mucho su sufrimiento y dolor, que a mí me quedó grande sacarla de ese pozo en el que se encontraba. Aún no sé si salió adelante o sigue estando en ese punto muerto, escudándose para no salir herida.Siempre quise ir a buscarla y saber cómo se encontraba, pero perdía el valor al saber que ella debía sanar su alma y su corazón por su cuenta. Si ella me pedía tiempo, era porque lo necesitaba. Y en cierto modo, yo también lo requería.Con el paso de los día
No sé cómo lo hizo, pero Gabriel consiguió tener un mes completo de vacaciones. Es bien sabido que es uno de los jefes en la constructora que tiene en sociedad con Keith, pero eso no quiere decir que pueda dejar su trabajo como si nada. Es por eso que Katie se hará cargo de sus proyectos durante el tiempo que esté fuera de la empresa, aunque lo hará estando en otra ciudad.Mi madre se rehusó a venir con nosotros, alegando que debíamos solucionar los problemas que tenemos sin que nadie nos interrumpa. Nadie más que mi madre sabe que nos fuimos juntos a la casa de campo de mi hermano. Todavía no me siento preparada para contarle la verdad a Keith y Melanie, aunque ellos intuyen que entre nosotros existe algo más que comentarios sátiros.El viaje fue largo, no podía dejar de imaginar lo peligroso que era que estuviéramos a solas, en un lugar completamente apartado de la población y con este revolú de hormonas en mi interior. En mi mente he creado cientos de escenarios, unos más sátiros
Último capítulo