—No debiste beber tanto, Margot.
—Solo fueron un par de copas, mamá.
—¿Un par de copas? —me miró furiosa—. Con un par de copas no te estarías sintiendo tan mal y por supuesto no hubiéramos tenido que venir con el doctor. ¿No te das cuenta o de verdad no quieres ver más allá de tus ojos? No puedes excederte, mucho menos a tu cuerpo. ¿Cuándo entenderás que debes cuidar de tu salud y que todo esto no solo te hace daño a ti? Entiendo que estés abatida, triste y sin ganas de continuar luego de lo ocurrido, pero estás viva, Margot. Muchas personas desearían tener una segunda oportunidad para vivir y tú simplemente la estás desaprovechando —su voz se quebró al igual que mi corazón—. Hemos hecho hasta lo indecible para verte bien, siendo tu apoyo incondicional y nunca dejarte sola, pero tú no quieres vivir ni para ti ni para otros. Jamás podría recriminar tu dolor o todo lo que hemos hecho por ti, pero es momento de que dejes descansar a Gonzalo y a tu hijo. Lastimosamente ellos no van a regr