Matthias estaba sentado en el rincón más discreto de la sede de CéVive, fingiendo revisar correos en su móvil mientras el equipo de producción se movía en torno a Céline como satélites alrededor de una estrella. Ella estaba hablando con la periodista de Élan Magazine, puliendo los últimos detalles del reportaje que saldría en la edición de otoño.
—El titular se mantiene —dijo Céline, firme pero sin elevar la voz—. No voy a permitir que lo conviertan en una nota sensacionalista. Este no es un regreso mediático. Es una reconstrucción real.
Matthias la observaba desde su posición. No intervenía. No hacía falta. Ella no necesitaba salvadores. Se bastaba. Pero había algo en la forma en que se iluminaban sus ojos cuando hablaba de su marca, en cómo usaba las manos para explicar una idea, en el modo en que giraba la cabeza levemente antes de soltar una frase que desarmaba cualquier resistencia.
Se veía... radiante.
Volvió a ese día, meses atrás, cuando ella le envió la dirección de un local