Habían pasado apenas una semana desde la última gran tormenta emocional, pero para Céline el tiempo no corría con normalidad. Era como si todo se hubiera ralentizado, como si el mundo entero caminara sobre puntillas para no romper el frágil equilibrio que los sostenía. Ella y Matthias apenas habían salido de casa, no porque no quisieran, sino porque Elian y Yvania no lo permitían.
Cualquier intento de alejamiento provocaba ansiedad. Si iban al supermercado o a una cita médica, tenían que dejar a Clarisse o Madeleine al cuidado de los niños, y aún así, las despedidas eran una odisea emocional. Tampoco habían querido volver a la escuela. Solange y Celine estaban buscando alternativas temporales para que los niños pudieran seguir su proceso de aprendizaje desde casa, sin forzarlos más de la cuenta.
Una mañana, mientras trabajaba desde el despacho de Altura, Céline recibió la llamada. Era Leona.
—El juicio preliminar está agendado para dentro de diez días, será el lunes 15 a las 10