La jornada terminó más rápido de lo que Céline esperaba. Aún quedaban correos, documentos y llamadas pendientes, pero su mente volvía, una y otra vez, al almuerzo.
Cuando bajó al lobby, Matthias la esperaba afuera, apoyado con naturalidad en su vehículo. Al verla, abrió la puerta del copiloto y la recibió con una sonrisa tranquila. Ella no dijo nada; solo se inclinó y lo besó. Sin prisa, sin dudas. Un beso de quien está empezando a confiar.
Él le acarició la mejilla con el dorso de la mano, y luego señaló hacia el asiento trasero.
—Mira atrás.
Ella se giró, y allí estaba: una caja con un cheesecake perfectamente decorado.
—¿Cheesecake? —dijo, entre sorprendida y enternecida—. Es mi favorito.
—Lo sé.
Ella lo miró arqueando una ceja, divertida.
—Debería preguntarte cómo lo sabes...
Ya iban conduciendo cuando él respondió:
—Tengo mis métodos.
Ella sonrió más ampliamente. Matthias añadió:
—Te debía el postre. Y cumplí. Aunque… también pensé que Elian y Yvania merecían un pedaz