Desperté tarde a la mañana siguiente.
Molesta porque no había dormido bien, así que me alisté lo más rápido posible y corriendo.
El señor que me llevaba tuvo que esperar un poco.
Llegué a la oficina y pude sentarme con tranquilidad.
Miré mi celular, tenía varios mensajes de Dante.
El primero decía:
Perdona si dije algo indebido.
Nunca es mi intención que te sientas mal, y menos por mi pasado.
Segundo:
Aurora, por favor, responde.
No podemos dejar las cosas así.
Déjame aclarar este malentendido.
Tercero:
Está bien, tómate tu tiempo, piccola.
Sentí cómo, a medida que enviaba los mensajes, se iba poniendo más molesto.
Y el último me dejó pensando.
Cuarto:
¿Te acuerdas de cuando dijiste que no te gustaban los libros donde los malentendidos surgían a raíz de que la protagonista escuchaba algo que no le gustaba.
Y en vez de terminar de escuchar la conversación, huía y hacía que el problema fuera mil veces mayor?
Pues ahora tú eres esa protagonista.
Y el último, donde me di cuenta de q