Capítulo 12.1
—Sabes, Dante, creo que a veces hay que ser muy claros para no tener malentendidos.

Yo trato de ser clara contigo.

Quisiera que fuera lo mismo de tu parte.

Pensé que me iba a mirar y decir algo, pero no.

Solo se quedó en silencio.

Espera… este no es el Dante que yo conozco, el hombre seguro.

Volví a respirar.

«Esperé treinta segundos y simplemente no me miró.

Qué m****a le pasa.

Subí furiosa.

Que sepa yo, no he hecho nada, y ahora siento que soy la culpable de un crimen que estoy por cometer.

Pues ni m****a, no voy a comer con ellos.

Que se vayan solos y disfruten su noche.»

Recogí mis cosas, molesta, y me senté a esperar en la oficina, porque ya no los quiero ver.

Escuché la risa de los tres.

«Ah no, pues qué chimba.

Eso me pasa a mí por creerme inteligente y ponerme a insultar a uno que tiene una tesis en manipular gente.»

Dante entró a la oficina.

Ahora sí me miró.

Pero ahora soy yo la que no quiere mirarlo.

—Ya llegó Luca. Vamos a comer los cinco, ¿te parece?

«Ay, no…
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