Narra Romina
Aun no puedo procesar lo que mi… no, Roberto acababa de decir, no soy su hija y puedo entender muchas cosas, como su rechazo y darle más su amor de padre a Marcela.
—¿Romina? ¿te encuentras bien? —Escucho la voz de Dante muy lejana.
—No es mi padre. —Logro decir apenas, sigo sin poder salir de mi shock.
Esto no puede ser verdad.
—Vaya, eso no me lo esperaba. —Creí escuchar a la prometida de ese hombre.
—¿Por qué? ¿Por qué me lo ocultaron tanto tiempo? —Digo mirándolos a los dos.
—Porque creí que podía seguir queriéndote como mi propia hija, pero me era imposible. —Veo dolor en su mirada.
¡Dios! ¿Cómo pudo mi madre ocultar esta verdad por tanto tiempo?
—Es mejor que descanses. —¿Cómo se atreve a pedirme esto? Si me fue infiel. Con o sin amor, me debe respeto.
—No. Quiero saber algo. —Ahora sólo estoy mirando a mi madre.
—¿Quién es mi padre? Tengo derecho. —Lo sé, que la enfrento una vez más. Pero no me importa.
—Él ya está ent3rrado. No existe. —Me lo dice con una frialdad