Narra Romina
Doy vueltas en mi cama sin poder conciliar el sueño con todo la que me ha pasado últimamente. Julián se comprometió en ayudarme, sin embargo, no he tenido noticias desde hace semana y media, sólo espero que todo esté bien.
En cuanto a mi madre, salió hace media hora y gracias al divino de que aquella mujer amargada no está aquí para vigilarme. Así que puedo salir sin problema.
Y aproveché para enviarle un mensaje que me gustaría verlo en la misma cafetería de la otra vez.
Salgo y está vez decido caminar, no tengo mucha prisa realmente.
Al llegar, entro y veo que aún no llega, tomo asiento y pido un bizcocho y chocolate. Reviso mi movil y ni siquiera lo ha leído.
¿Estará molesto por algo?
—¿Se puede saber con quién te has estado reuniendo a mis espaldas? —No puede ser… ¿Qué hace mi madre aquí?
—Mamá… —Me interrumpe.
—Responde a mi pregunta. —Me mira furiosa.
¡Dios! Y yo que había pensado que no se daría cuenta de mis escapadas. Sin embargo, puedo imaginar que me ha estado