POV de Mathilda
Los cristales sobre la mesa vibraron suavemente cuando la cuchara tocó el plato. El ambiente olía a cera y vino viejo —un aroma costoso que se adhería como un secreto.
Frente a mí, dos hombres y una mujer de mediana edad hablaban de contratos, inversiones y oportunidades. Pero entre todas esas voces, solo una cosa me recordaba que aún estaba ahí: la mirada de Enzo, que de vez en cuando caía sobre mí.
—Señorita Voss —dijo el hombre de gafas al otro extremo de la mesa, con una voz áspera—. Entonces, ¿cómo van los preparativos para reemplazar a Paula en el proyecto de la campaña?
Giré la cabeza hacia Enzo. Él me sonrió levemente, como animándome a responder por mí misma.
—Yo… —dije con cautela—. Pero… todavía soy nueva aquí. No estoy muy segura de qué debo hacer.
—¿Nueva? Ah, señorita Voss, le gusta ser modesta —rió el hombre—. Pero su aura no es la de una principiante. Estoy seguro de que las elecciones del señor Enzo nunca son al azar, igual que cuando presentó a Paula