76. ¡Él es el verdadero brujo!
Raven lo miró con los ojos oscurecidos, quería quedarse a protegerlo, a él y a Isolde, pero sabía que si se dejaba atrapar no sería de ninguna ayuda. La sensación de que fuerzas mucho más allá de su entendimiento estaban en juego lo invadió, y por primera vez vislumbró la magnitud del poder latente en el niño de los ojos de luna, porque no le había costado ni un poco inmovilizar a todos, era algo que ni siquiera él, siendo el lobo antiguo que era, se veía capaz de hacer.
Asintió levemente y, en un suspiro casi inaudible, su figura comenzó a desdibujarse, fundiéndose con la oscuridad misma que habitaba en los rincones de la sala.
Una vez que Raven se desvaneció por completo, la atmósfera cambió. La luz plateada que había emanado de Rowan dejó de brillar con esa intensidad hasta apagarse, pero la presión en el aire permanecía, como un peso invisible que aplastaba a todos en la sala.
Todos los que estaban ahí fueron testigos del poder del joven cachorro; no había parado el tiempo, solo a