Alaia miró a Liam con desconfianza. Algo había cambiado en el aire, y no le gustaba en absoluto.
―Vete, Liam ―dijo, con un tono más frío que antes―. No te acerques a mí de nuevo o no respondo.
Él la miró con una seriedad contenida, mientras sus ojos destellaban con una mezcla de frustración y deseo.
―Intentar conquistarte no es un crimen ―dijo él, su voz baja pero cargada de intención—. Fuiste mía y volverás a serlo, Alaia Grayson.
Alaia rodó los ojos, exasperada.
―Ya te lo dije antes —gruñó—. Amo a Nolan y no quiero nada contigo. ¡Él es mi mate!
Liam apretó los dientes, visiblemente molesto, pero trató de controlarse.
—Eso se puede arreglar… —dijo con sorna—. Sólo debes rechazar el vínculo y ya está. Te marcaré como mía, Alaia. Como siempre debió ser.
—No digas idioteces —el rostro de ella se endureció por completo y él sintió un escalofrío recorrerlo entero—. ¿Has perdido la razón, Liam? Quizás deba notificar de tu comportamiento al consejo de ancianos.
―Piensa mejor las cosas, Al