Llegamos poco antes del amanecer a la manada y prácticamente tuve que empujar a Ef para que saliera de mi camino. Tenía un lobo que ver y Ef parecía determinado a que siguiera perdiendo el tiempo. -Entre todos lo someteremos. - Gruñó casi en mi cara. - Y terminará tomándose el antídoto antes de ir a cualquier sitio. Clauidiqué solo para que me dejara en paz. Esperé un total de quince minutos para convencer a Ef de que todo estaba bien conmigo y para que le suministrara más antídoto a Iris. -Por suerte la mayor parte del acónito en sus garras lo usó en usted. - Dijo Ef frunciendo el ceño. - Y eso no me tranquiliza para nada. Después corrí con toda la potencia de mis piernas hacia el territorio en donde vivía el lobo blanco. Mi compañera seguía descansando en mis brazos, pero yo necesitaba tranquilidad en mi alma así que lo primero que hice al llegar al territorio silencioso fue pedir una audiencia con el lobo. -¡Sal! - Gruñí con urgencia. Solo tardó un par de segundo
La oscuridad había caído sobre el bosque desde hacía horas. El lobo blanco se había alejado tan silenciosamente como apareció y me dejó disfrutar de la vista a solas. Reapareció solo para dejarme una manta caliente para ponerle a Iris encima. Tenía mucho en qué pensar; no dejaba de darle vueltas al asunto de que Nuestra Gran Madre me había bendecido encontrando a mi verdadera compañera, la otra mitad de mi alma y mi corazón. No solo la encontré, sino que había aceptado emparejarse conmigo y ahora era enteramente mía. Estaba jodidamente feliz y satisfecho, pero no podía evitar pensar en todo lo que había tenido que sufrir mi pareja para llegar hasta mí. No me parecía... justo. Sentí al lobo blanco volver a acercarse al amanecer. No me moví, así que el plato de comida que traía entre sus mandíbulas tuvo que ponerlo prácticamente en mi cara. -Gracias. - Dije en voz baja. - Por todo. El lobo asintió y estaba a punto de irse cuando lo detuve. -¿Podrías decirme tu nombr
-Entonces, ¿Vas a decirme qué es lo que hacemos en el territorio del lobo escalofriante? - Pregunté terminando de exprimir mi cabello. Mi color natural había regresado. Supongo que Liam no me eligió como su compañera porque le gustasen las rubias ya que mientras enredaba mis piernas en sus caderas gruñó que el negro era un color que se veía muy bien en mí.Era un romántico.-Necesitaba respuestas mientras estabas dormida. - Dijo peinando su cabello hacia atrás. Yo gemí con apreciación. Esque esos músculos... - Solo hay un lobo que conocemos y que parece saber mucho sobre cosas extrañas.-De acuerdo. ¿Y ya tienes las respuestas?-Si.Lo miré arqueando una ceja y él me sonrió antes de comenzar a ponerse el pantalón. Yo ya me había apropiado de su playera, así que tendría a la vista esos músculos un rato más.-Comparte con el grupo, Rep. - Dije finalmente.Él negó sin dejar de sonreír.-Primero necesito saber algunas cosas. - Dijo sentándose entre las raíces de un árbol cercano. - Por e
-Quiere tu trasero. -Nunca dijo eso. -Sus palabras fueron "aún no tienen nada que me interese". ¿Y si le gustan los traseros de ancianos? Nos buscará en cinco años, estoy segura. -Para empezar, tener treinta no es ser anciano y para continuar, en el supuesto de que quiera mi trasero, ¿Qué quiere de ti? Yo tosí, pero claramente salió un "vejestorio" de mis labios. -Mi bendición para que lo deje agarrar tu trasero, obviamente. El resto del camino discutimos sobre si era o no terapéutico agarrar su trasero y otras tonterías. Ambos sabíamos que yo necesitaba la distracción porque estar en el territorio del lobo blanco me causaba escalofríos... y no de los agradables. -¿Has terminado con tus teorías sobre Alderik? Yo lo pensé un poco antes de encogerme de hombros. -Creo qu si. Ahora, ¿Me dirás por qué te encuentras absolutamente feliz? Lo había encontrado sonriendo durante todo el camino y estaba un noventa y cinco por ciento segura de que no era por mis desvarios.
Una semana después. -Compañera. - Susurró Liam en mi oído y yo me estremecí al sentir sus manos explorando mi cintura. -Dormida. Soltó una risa ronca. -Yo también. Solo quería asegurarme de que no tuvieras frío. -Hambre. Sueño. Frío no. - Murmuré. -Eso se puede arreglar. Lo sentí desenredarse de mi cuerpo así que abrí solo un ojo para ver su trasero contonearse al salir de la cueva en la que estábamos. Habíamos tenido un montón de días locos y Liam decidió que necesitabamos un tiempo a solas. Guardias de la mayor parte de las manadas nos habían visitado para llevar a casa a sus hembras y cachorros. Aquellos sin manada les ofrecimos integrarlos a alguna pero las hembras estaban reacias a dejar nuestro territorio. -Aquí está el poderoso Alfa Supremo, nadie nos tocará de nuevo si nos quedamos aquí. -Dijo una de ellas cuando pregunté al respecto. Buscaban protección y no las culpaba. Ef y yo trabajábamos con ellas en la cuestión de confianza para que pudieran
Me levanté de un salto. -¿Está herido? -No es eso. - Dijo acercándose para acariciar mi cabeza. - Solo me ha traído un par de noticias y a un lobo con él. Hay una misión en el Sur, se ha solicitado mi presencia para ser testigo de un duelo por el título de Alfa. Lo miré. Quizá estaba preocupado porque sería la primera vez (sin contar secuestros) desde que nos emparejamos que estaríamos separados por algunos días. No me encantaba la idea, pero lo entendía. -Uh... está bien. ¿Cuándo partirás? Tomó mi mano. -No iré solo. Te necesito. Le hice un puchero más. -No quiero ser tu escudo contra lobas cachondas y oportunistas. Es cansado y a mí me gusta dormir. Sentí su fugaz diversión. -Lo tendré en cuenta, sin embargo no es por eso que te necesito en esta misión. -Dijo mirando hacia la entrada de la cueva. - Puede que tengas que meter en cintura a una Luna. -Eso suena interesante, aunque aún no hemos hecho un recorrido oficial por las manadas para que sepan quién
-Entiendo. A veces las hembras podemos ser problemáticas. - Dije con cierta simpatía. - ¿Qué es lo que está sugiriendo hacer esa loba? Necesitamos que seas más específico. Dominic me miró con enojo; sabía que no era personal, así que me lo tomé con calma. -Hace unos días nuestros guardias descubrieron un pequeño grupo de Renegados en los límites del territorio. Normalmente los cazamos o los expulsamos de los al rededores, pero esta vez mi padre les dejó entrar. - Hizo una pausa para soltar algunos gruñidos y maldiciones. -¿Qué querían? - Preguntó Liam interviniendo por fin. Dominic se tragó el resto de sus maldiciones. -Comida, principalmente. Pidieron hablar con el Alfa porque querían proponerle un... "negocio" lucrativo para ambas partes. A cambio de comida y otros suministros, ellos prestarían su fuerza y conocimientos sobre las debilidades de las manadas cercanas para que pudiéramos absorberlas junto a sus territorios. Abrí mis ojos con sorpresa. Que yo supiera, la
Menos mal que había tomado asiento. Gail habló sin que lo interrumpiera durante un largo tiempo. Para cuando acabó, no sabía cómo sentirme al respecto. -Eso es todo lo que sé. - Dijo sin apartar sus ojos de los míos. - Con la petición formal del duelo y, lo que supongo será la petición formal de justicia, me temo que no podemos seguir ignorando a nuestra ex manada y a su nueva Luna más tiempo. -Gracias. Eso fue todo lo que pude decir después de que contara una historia que me costaba creer. Gail suavizó su expresión. -Lamento que no tuvieras oportunidad de decidir cuándo afrontaríamos nuestro pasado. -Está bien. -Dije ausentemente. - Ve a conseguir algo de comida; si no mal recuerdo, el camino es largo. Asintió y se fue. Liam y yo nos quedamos en silencio por unos minutos. Él me dió espacio mientras lo asimilaba. Sus ojos nunca se despegaron de los míos aunque yo si apartaba constantemente la vista. -¿Desde cuándo lo sabes? - Pregunté finalmente. -Desde un p