Capítulo 11.
-Tu figura es una aparición para mis cansados ojos. - Dijo el lobo con una sonrisa extraña.
Extraña en el sentido de que no parecía natural mostrar tantos dientes.
Mientras Bib escoltaba a nuestro invitado al pequeño salón, comí un par de bocados del desayuno, me aseguré de no tener nada entre mis dientes y me dirigí hacia allí.
Cada paso fue una tortura. Esperaba que el lobo dijera a qué había venido rápidamente para despacharlo y regresar a mi cama.
Con los cachorros ayudando, podía tomarme un par de horas libres antes de sus lecciones de la tarde y mi muy temido entrenamiento por la noche.
De solo pensar en eso quería llorar. Casi me arrastré hacia aquí, no creía poder dar ni dos pasos con otra roca enorme en mi espalda.
Mi pobre espalda...
Abrí la puerta de la pequeña sala para invitados y un hombre se levantó rápidamente. A su lado, un ramo gigantesco de flores.
Demasiadas flores.
Nunca lo había visto antes; solo sabía su nombre porque papá decía que tenía que a