Capítulo 91. El eco de una madre ausente.
Francesco irrumpió en la mansión Lombardo como un meteoro, con su imponente presencia, llenando la sala. Ignoró por completo a Abigail y a Becky, quienes lo miraron con sorpresa y desconcierto. Su único objetivo era encontrar a Norah. Al encontrarla, la llevó a un rincón apartado en el que se respiraba nerviosismo.
—Norah, he metido a Max en la mafia a la fuerza. Y así como lo metí, lo sacaré. Te lo juro, no dejaré que mi hijo pise una cárcel común.
Comenzó con su voz grave y autoritaria. Norah lo miró con los ojos llenos de lágrimas y el corazón latiendo con desesperación.
—¿Cómo puedes hacer eso? —preguntó con la voz temblorosa. — ¿Y qué hay de Elliot y Samuel? ¿Realmente puedes hacer algo por ellos?
Francesco se cruzó de brazos, mostrando su arrogancia.
—Ellos me han demostrado lealtad, y haré lo que sea necesario para sacarlos de prisión. Tengo más poder en este país que el propio presidente. Si tengo que utilizar todo lo que tengo a mi alcance para sacar a Max de apuros, lo haré.