Abigail se enfrenta a una dura realidad cuando su padre decide casarla con Maximiliano Lombardo, un enigmático y poderoso CEO que oculta un oscuro secreto: es el líder de una temida organización criminal. Atrapada entre el deber familiar y su deseo de libertad, Abigail lucha por comprender la decisión de su padre, quien cree que este matrimonio es la única forma de asegurar la protección y el futuro de su hija. Mientras Abigail se sumerge en un mundo lleno de secretos y peligros, se enfrenta al dilema de un matrimonio inesperado y a la amenaza de ser arrastrada a un entorno criminal. Sin embargo, a medida que conoce a Maximiliano, comienza a cuestionar la imagen que tiene de él. ¿Podría haber más en su corazón frío y despiadado de lo que aparenta? La historia de Abigail y Maximiliano es un viaje de descubrimiento, donde el amor, el poder y la redención se entrelazan de maneras inesperadas. A medida que ambos personajes navegan por sus propios miedos y deseos, deberán decidir si pueden encontrar un camino hacia la felicidad en medio de la oscuridad que los rodea.
Leer másEl padre de Abigail, con una mirada que mezclaba firmeza y un atisbo de dolor que intentaba ocultar, respondió con voz grave:
—Abigail, no se trata de que quiera hacerte esto. Es una cuestión de necesidad. Las circunstancias nos han llevado a este punto, y no hay otra salida. Este matrimonio es más que una unión entre dos personas; es una alianza que puede salvarnos.
Abigail, temblando, intentó reunir toda la fuerza que le quedaba para enfrentarse a su padre:
—¿Salvarnos? ¿A costa de qué, papá? ¿De mi felicidad? ¿De mi vida? No puedo creer que esto sea lo único que se te ocurre. ¡Tiene que haber otra manera!
Su padre, con el semblante aún serio, se acercó a ella y, en un intento de suavizar sus palabras, bajó la voz:
—Lo he pensado durante meses, hija. He buscado otras opciones, pero ninguna nos ofrece la protección y la seguridad que esta alianza nos brinda. No solo está en juego tu futuro, sino también el de nuestra familia. Recuerda que solo somos tú y yo, Abigail.
Esta última lo miró con lágrimas corriendo por sus mejillas y le cuestionó con desesperación y súplica:
—Pero, ¿y mi voz? ¿Mis deseos? ¿No significan nada? ¿Cómo puedes esperar que viva el resto de mi vida junto a alguien a quien no amo, a quien ni siquiera conozco?
El padre de Abigail tomó una profunda respiración, claramente luchando con sus propias emociones:
—Significan todo para mí y, precisamente por eso, esto es tan difícil. Pero a veces, en la vida, tenemos que hacer sacrificios por el bien de los que amamos. Te prometo que haré todo lo posible para que esto sea lo menos doloroso posible para ti.
Abigail, sintiendo que se le agotaban las fuerzas, se dejó caer en una silla y cubrió su rostro con las manos. Sabía que, a pesar de sus súplicas, la decisión estaba tomada. Su futuro ahora estaba en manos de otros y el miedo a lo desconocido la envolvía como una densa niebla.
—Intentaré entender, papá. Pero no sé si algún día podré perdonarte por esto.
La vida de Abigail estaba a punto de dar un giro inesperado y peligroso. Su padre había decidido, por razones que ella no podía comprender, entrelazar su destino con el de Maximiliano Lombardo, un hombre envuelto en un aura de poder y misterio. Lo que Abigail no sabía era que, detrás de la fachada de exitoso empresario de Max, se ocultaba una realidad mucho más sombría y peligrosa. Maximiliano Lombardo no era solo un influyente CEO en el sector turístico; en realidad, era el líder de una red mafiosa muy temida y respetada que operaba en Estados Unidos, con raíces profundas en la mafia italiana.
La decisión de su padre no solo la colocaba en una posición vulnerable, sino que también la sumergía en un mundo lleno de secretos, peligros y traiciones. Un mundo donde las apariencias engañan y donde cada decisión podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Maximiliano, conocido por su frialdad y falta de escrúpulos, había logrado mantener su verdadera identidad oculta de las autoridades y de sus rivales gracias a su astucia y a la red de protección que su posición como CEO le proporcionaba. Su implicación en actividades ilícitas, desde el lavado de dinero hasta el tráfico de influencias, estaba bien resguardada detrás de su exitosa fachada empresarial.
Para Abigail, la perspectiva de casarse con un hombre como Maximiliano Lombardo era aterradora. No solo tenía que enfrentarse a la idea de un matrimonio sin amor, sino que también debía lidiar con el temor de ser arrastrada a un mundo criminal del que sabía muy poco. Sin embargo, ¿podría haber algo más de Max de lo que todos creían? ¿Podría Abigail influir en él y, tal vez, cambiar su destino?
La historia de Abigail y Maximiliano estaba a punto de comenzar, una historia en la que el amor, el poder y la redención podrían entrelazarse de maneras inesperadas.
¡Queridos lectores! Me complace compartir con ustedes que mi historia está participando en el actual concurso de Buenovela. Este viaje literario ha sido una labor de amor, lleno de emociones, sacrificios y compromiso por mi parte. Les invito a acompañarme en esta aventura y a apoyarme con su voto y con la lectura de la novela. Cada uno de ustedes puede marcar la diferencia y ayudarme a llevar esta historia de amor y lucha a nuevas alturas. ¡Juntos podemos lograrlo! Su apoyo significa el mundo para mí y me motiva a seguir creando. ¡Gracias por ser parte de este sueño!
Ese fue el último día que Max vio a su padre, y el eco desgarrador de su corazón aún resonaba con la súplica de que lo detuviera, de aferrarse a él con todas sus fuerzas. Pero la terquedad de Francesco era un muro impenetrable, una decisión tomada en la que se entrelazaban el amor y el sacrificio. Prefirió salir de la vida de su hijo para siempre, convencido de que su ausencia era la única forma de protegerlo de un destino sombrío. Los días de Francesco en la mafia estaban contados; la sombra de la ley se cernía sobre él, y el sargento Mendiola, un policía honesto con un fervor inquebrantable por la justicia, no podía ignorar los crímenes atroces que manchaban el legado de Damon Castell y Boris Andrade.Francesco, en un acto de desesperación y amor paternal, había asumido toda la culpa de los delitos que habían manchado la organización Lombardo, una entidad que, en su apogeo, había sido temida y respetada, pero que ahora se convertía en una triste leyenda de la criminalidad. Su histor
Elliot echó un vistazo rápido a donde se hallaban el padre de Abigail y Norah, y no pudo evitar bromear.—Oye, Max, ¿son novios? —dijo con una sonrisa pícara.Max soltó una risa, pero su expresión cambió rápidamente.—Hablando de cosas serias, tengo que contarte algo muy importante —dijo, adoptando un aire más grave. —Norah es mi madre.Elliott se quedó paralizado, su sonrisa desvaneciéndose al instante. Le miró con seriedad, consciente de que esa era una verdad que no le correspondía revelar. Había sido el hombre de confianza de Francesco Lombardo, el padre de Max, y sabía demasiado sobre su vida. En el mundo de la delincuencia, la gente se vuelve sorda y tiene que callar secretos.—Yo lo sabía, Max —dijo Elliot encogiéndose de hombros.—¿Por qué nunca me lo dijiste? —preguntó Max, con la voz cargada de confusión.Elliot suspiró, sintiendo el peso de la revelación.—Era algo que no me incumbía, Max. Era un asunto entre Francesco y Norah —respondió, tratando de justificar su silencio.
Gramados (Brasil).Un año después…Abigail se quedó paralizada durante un instante y sus ojos se iluminaron al reconocer a su amiga Becky, que entraba con Elliot y su pequeño Damon en brazos en el restaurante. La risa y el bullicio del lugar se desvanecieron en un segundo y solo pudo sentir una oleada de alegría. Se levantó de su silla y corrió hacia ellos con una sonrisa radiante.—¡Becky! —exclamó Abigail, abrazando a su amiga con fuerza. — ¡No puedo creer que estés aquí! ¡Te he extrañado tanto!Becky sonrió y le devolvió el abrazo mientras le brillaban los ojos de emoción.—¡Yo también te he extrañado, Abigail! —respondió Becky, separándose un poco para mirar a Abigail. — ¡Mira a Damon!Abigail se inclinó para ver al bebé, que miraba curioso a su alrededor.—¡Es precioso! —dijo Abigail, acariciando suavemente la mejilla del pequeño. — Damon, es un bebé hermoso.Maximiliano, que los había estado observando con una sonrisa, se acercó a Elliot, quien le dio una palmada en la espalda.
San José, Costa Rica.Becky se sentó en la pequeña sala de su nuevo hogar con el retrato de Damon en las manos. La luz del atardecer se colaba por las ventanas e iluminaba su rostro con un brillo suave, pero su corazón estaba pesado por la tristeza.—No puedo creer que ya no estés aquí, Damon —murmuró, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. —Siempre fuiste mi protector, mi guía. ¿Cómo voy a seguir adelante sin ti?Elliot, que había estado organizando algunas cosas en la cocina, se detuvo al escuchar la voz quebrada de Becky.Se acercó y, con un gesto comprensivo, le puso una mano en el hombro.—Becky, estoy aquí para ti. Tómate tu tiempo. No tienes que enfrentar esto sola —dijo suavemente, intentando ofrecerle un poco de consuelo.Ella lo miró, agradecida por su apoyo, pero el dolor seguía siendo abrumador.—Elliot, no pude despedirme de él. Me siento tan impotente. Damon siempre fue el que nos mantenía unidos y ahora... ahora solo somos tú, el bebé y yo. ¿Cómo voy a segui
Tiempo después, la atmósfera en la bodega abandonada era densa y estaba cargada de un miedo palpable. Francesco Lombardo, con su porte imponente y su mirada afilada, se acercó a Boris Andrade y Damon Castell, quienes estaban maniatados y aterrorizados. La tenue luz apenas iluminaba sus rostros, revelando la palidez de su piel y el sudor que les corría por la frente.—¿Creían que podían jugar al héroe sin consecuencias? —dijo Francesco, su voz resonando con una mezcla de desprecio y autoridad. —No hay nada oculto entre cielo y tierra. Ustedes han cruzado una línea que no se puede borrar. Mi organización, mi legado, no se destruyen tan fácilmente.Boris, temblando, intentó hablar. —Francesco, no era nuestra intención… solo seguimos órdenes…—¡Silencio! —interrumpió Francesco, acercándose aún más y mirándolos con ira. —¿Creen que eso los salvará? ¿Que sus excusas son suficientes para redimirlos? Mi hijo, Max, fue arrestado por tu culpa. La prensa lo retrató como un criminal, y todo por t
Max la miró con los ojos llorosos, asombrado y aturdido por la revelación. Norah, consciente de la situación, decidió hablar.—Está bien, hijo. Me voy. Espero que seas feliz con la nueva vida que te espera. No sé qué más decir en mi defensa, solo que fallé brutalmente —confesó Norah.Antes de que Norah pudiera dar un paso, Max la detuvo y se le veía la mano temblar ligeramente.—¿Te irás de mi lado, Norah? Siempre has estado conmigo, mamá —balbuceó, con la voz entrecortada por el dolor y la confusión.Norah sintió que su corazón se detenía al escuchar esas palabras. Las lágrimas comenzaron a correr por su cara y, en ese instante, ambos se miraron fijamente, con el silencio entre ellos cargado de emociones no expresadas.—No quería que esto fuera así —murmuró Norah con la voz quebrada. —Siempre he querido lo mejor para ti.Max, conmovido por la fragilidad de ese momento, fue consciente de que, a pesar de la traición y el dolor, el amor que había compartido con Norah no podía borrarse t
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