Capítulo 34. Lascivia.

Al salir del bullicioso centro comercial, Damon Castell se detuvo un momento para tomar aire fresco. Sacó el teléfono y marcó el número del sargento Mendiola. La llamada fue rápida, pero cargada de emociones.

—Mendiola, soy yo. Acabo de conocer a la esposa de Maximiliano Lombardo.

—¿En serio? —respondió Mendiola, con un tono de sorpresa. — ¿Y qué tal es?

—Es… conmovedora. Está embarazada de gemelos —confesó Damon, sintiendo cómo la nostalgia lo invadía. —Tiene unos ojos azules que me recuerdan a Amy. Es como si estuviera viendo a mi difunta esposa de nuevo.

Mendiola suspiró, consciente de la vulnerabilidad de su compañero.

—Damon, no te dejes llevar por la emoción. Recuerda por qué estamos aquí. No puedes perder de vista el objetivo.

Castell asintió, aunque su mente seguía atrapada en la imagen de Abigail.

—Tienes razón, Mendiola. No debo permitir que esto me distraiga. Pero… es difícil no pensar en ella.

—Mantente enfocado. Hay mucho en juego —le recordó Mendiola con voz firme.

—Lo s
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