Ella se notaba sumamente molesta, una vez que los representantes legales de la familia Lund se pusieron al tanto de la situación ella fue a verme.
— Maldito bastardo, de ese me voy a encargar de refundirlo en prisión.
Aimee estaba que no cabía de la cólera, miraba a Fernández y a las chicas que trataban de contener a Dánae para que no violara al pobre hombre.
— Definitivamente esa chica está loca, ni sé porque se está haciendo la ebria.
— ¿No está ebria?
— Solamente tomó tres copas de vino y nadie se emborracha con esa cantidad.
Podría abogar por ella al decir que es intolerante al alcohol así como más o menos sucede conmigo sin embargo había visto que bebía como camionero y rara vez tambaleaba por esto.
— Ya te puedes ir Lucía — dijo Fernández — cualquier cosa nosotros te hablaremos.
Todos los trabajadores se despidieron de mí calurosamente, Adriel me guió a mi jeep pero no me dejó manejar.
— Te iré a dejar a tu casa para que descanses, iré mañana a verte.
— No, a estas hora