KEILY
Estoy intentando leer Guerra y paz por quinta vez esta semana. Dejo el libro a un lado para descansar los ojos mientras considero qué tan malo sería tomar otra siesta. Estoy tan aburrida que no puedo ni comprenderlo, y daría lo que fuera por una revista o diez minutos en YouTube. ¿Por qué ser una cautiva tiene que ser tan jodidamente monótono?
Durante los últimos días he intentado dormir para escapar del aburrimiento, sin éxito. Incluso mis sueños se han vuelto grises y sin sentido. Hasta un sueño sobre ir al dentista sería mejor que quedarme mirando el techo todo el día, como he estado haciendo.
Justo cuando estoy por quedarme dormida, escucho a Marcello acercarse a la puerta del dormitorio. Entra sin tocar, lo que deja claro que cree que soy su propiedad. Ni siquiera intenta disimular que no respeta mi autonomía, aunque diga que lo hace para protegerme de esos hombres misteriosos cuyos nombres aún no ha mencionado.
—Tengo algo para ti —dice, con una expresión de autosatisfacci