(POV: Ishtar)
Esto ya no era un combate.
Era una sentencia.
Mike se estrelló contra la roca por segunda vez, su cuerpo marcando la piedra como si la montaña intentara tragárselo. Cada golpe que lanzaba era un estallido de trueno contenido, pero el monstruo lo absorbía. No esquivaba. No bloqueaba. Solo… recibía.
Como si se alimentara del castigo.
—¡Mike! —grité, corriendo hacia un lateral para flanquear—. ¡No más ataques directos, absorbe todo lo que le das!
—¡Tiene un núcleo! —gruñó, escupiendo sangre mientras el tatuaje tribal en su piel chispeaba con un brillo feroz—. ¡Lo vi! ¡Un cristal... justo en el pecho! ¡Late! ¡Como si estuviera vivo!
El corazón.
Harold apareció a mi lado en un destello de presión. Sus espadas giraban con precisión quirúrgica, pero incluso sus cortes —que alguna vez partieron acero como mantequilla— solo arrancaban fragmentos inútiles del enemigo.
—Se regenera demasiado rápido —dijo con frialdad, pero su voz cargaba una tensión que rara vez mostraba—. No respo