Ronda se despertó con desgana, pues hacía ya dos días que había vuelto a la mugrienta celda en la que solía vivir desde que entrara en prisión. Y aunque sabía que no era culpa de Andy, y que de hecho él se había jugado el puesto por mantenerla hospitalizada, para que estuvieramás cómoda, se sentía molesta.
Estaba enfadada con Andy porque a pesar de sus promesas, como el resto de hombres de su vida la había defraudado, y la había devuelto a su celda, donde tenía que permanecer encerrada, y al margen de las demás reclusas.
- Ruthmore.- gritó una de las funcionarias de prisiones con su tono brusco.- vístete, tienes salida.
- ¿Salida?
- Si, tienes salida, y vístete ¿o es que estás sorda?
Ronda no preguntó nada más, aunque estaba extra&ntil