Un año después
- ¡Levyyyyyy!- gritó Meg desde la cocina, para que su marido la escuchara desde la parte de atrás de la casa, donde se encontraba realizando labores de limpieza del jardín y de la piscina. Él acudió corriendo, y entró jadeante en la sala.
- ¿Qué ocurre, mi amor?
- Siento haberte asustado, es que con esta barriga inmensa no soy capaz de abrocharme las zapatillas, y es el único calzado que aún puedo ponerme. Además, tu hermano y Sally deben de estar a punto de llegar, y no quiero que me vean descalza.
Meg se señaló la hinchada barriga de embarazada, y Levy le sonrió comprensivo; estaba bastante quejica, y le pedía muchas cosas, pero a él no le importaba, porque disfrutaba de ver aquel vientre hinchado, aún cuando agriara un poco el carácter de su esposa.
-Es que no entiendo porqué los has invitado a comer cuando estás a menos de dos semanas de tu fecha de parto, ya sabes que en los embarazos múltiples es difícil llegar hasta la última semana.
- Pero, cariño, Sally me dijo