¿Y sí tenemos otro?

Un resoplido de disgusto escapó de mi boca junto con una orden inmediata que esperaba que Alexander obedeciera.

—¡Suficiente! ¡Vamos Alexander! Te dije que en algún momento esto fue una muy mala idea.

—Pero…

—¡Pero, nada, si van a estar criticando, prefiero irme! ¡No vine aquí a que me critiquen por ser una ballena y encima porque no me voy a casar!

Andrea abrió los ojos, apretó los labios con fuerza, parecía comerse las palabras que había dicho hace un instante y sin dejarla si quiera responder, tome a Alexander por el brazo y lo subí al auto.

—Nos vamos al hotel en donde nos quedamos la última vez que vinimos.

—Lo siento… no sabía que harían eso.

—No te preocupes. Yo si sabía que eso sucedería en cuanto me vieran hinchada como un balón.

Alexander guardo silencio y se quedó pensativo mientras yo manejaba el auto. Que estuviera embarazada no quería decir que no pudiera manejar, además, desde que empezamos a estar mucho más unidos desde que comenzamos a vivir juntos y gracias al bebé t
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