Las manos de mi angelito acariciaban mi piel desnuda, mientras el suave vaivén de nuestros cuerpos me volvía loca.
-Déjame tocarte.
Era la voz del niño bonito que se colaba por mis oídos, mientras se colocaba detrás de nosotros y tomaba mis pechos con esas manos fuertes que me habían acariciado esa noche que todo se volvió una locura.
Su boca se apoderó de la mía y su miembro empieza a jugar con mi raja, mientras mi angelito movía sus caderas para hacer más profunda su intrusión y mierda, se sentía tan bien.
De un momento a otro, mi angelito me levantó y ambos se posicionaron sobre mi, tenia sus lenguas lamiendo mis pechos y sus manos jugando con mis pliegues, los quería dentro de mi, pero ya. Aunque ellos no paraban en su afán de tocarme e introducir sus dedos dentro de mí llevándome a ver las estrellas.
Una oleada de calor arrasó mi cuerpo y sentía como el orgasmo se estaba creando en mi bajo vientre, con mis manos agarré sus vergas y seguí el mismo ritmo que ellos infringían e