Un pequeño inconveniente.
—¿Crees que es bueno dejar solos a estos dos en esta casa?
Eso me pregunta la mujer que me tiene amarrado en mi cama de manos y pies. Es que ella estaba total y absolutamente loca, bueno y yo también por seguir sus locuras.
—Amor concéntrate en mí, ya después discutimos eso ¿no?
Le digo pues lleva más de media hora jugando con mi miembro entre sus manos y cada vez que estoy por llegar se detiene haciendo una pregunta respecto de esos dos.
—Oh, sí. Tienes razón. Hola mi cielito, extrañaste mucho a mami, a ver dime cuánto me has extrañado.
—Amor… Ah… Sabes… Oh… Lo mucho… Ah… que te extrañé, te lo digo a cada rato—Si, esa última frase sale de una porque mi amada Moritas se separa de su afán y me mira como si le hubiera dicho una estupidez.
—¡No te hablaba a ti, Amor! sino que a tu pedacito de carne, tan divino que es y tan descuidado que estaba por su mami, ¿A que si me extrañaste grandulón? — vuelve a besar mi miembro y luego continua con la locura que sea que me quiera decir—. Mira que