Después de un contratiempo inesperado y con la cara de mi niño bonito de tres metros, bajamos las escaleras del jet privado de la constructora.
—Ya, cariño. Deja de poner cara de burro, aunque algo de burrito tienes.
—Vannah— me encanta, entendió de inmediato a qué me refería y está todo rojo y apenado.
«¡Cómo amo a este hombre!»
—Ahora que estamos en confianza ¿Me vas a decir quién mierda es Louise?
—Eso mismísimo quiero saber yo, porque no entiendo qué hago aquí en Suiza en vez de estar trabajando en Irlanda— me secunda Shannon, la pobre viene con lo puesto y peor aún, con un animo de perros, que tanto a James como Aaron los ha hecho escapar todo este tiempo.
—Shannon, prometo que es por una buena razón. Te compraré lo que necesites, pero por favor necesito que estés con mi amigo hasta que todo esto se solucione. Siento que si lo dejo solo va quedar la grande.
—¿Se pueden apurar? — nos dice Aaron, que está de pie junto al auto que nos está esperando—. Necesitamos terminar con todo