PIERO
—¿Qué quieres decir?
—Ella siempre ha soñado hacer todo esto y estoy feliz con que lo haga, pero sé que una parte de su corazón estará siempre contigo y no será feliz del todo. Y no hablo de cortarle las alas, sino ayudarla a volar más alto. Piénsalo; tienes hasta la mañana para escoger entre dejarla volar o volar con ella.
—¿Estás segura de que no se molestará?
—¡Y eso qué! Es tu última oportunidad, Piero. Espero no la desaproveches… —aconsejó, guardando el pote de helado nuevamente en su sitio.
—Gracias por todo, Alina. Leo me contó que fuiste tú quien envió las fotografías. —Se encogió de hombros y negó.
—Para eso están los amigos —dijo como si nada—. ¿Y cómo se encuentra él? Asumo que listo para dar el sí y que tú serás el padrino —bromeó y negué.
—Creo que habría estado feliz si la novia hubieras sido tú —respondí y negó.
—Yo no soy para él, Piero. Somos muy diferentes y él necesita a una mujer de su entorno; alguien que encaje con sus innumerables compromisos sociales y le