PIERO
Había ingresado desesperado al piso de Sabrina, con la esperanza de encontrarla. Cuando caí en cuenta que cargaba la llave de su apartamento, no dudé un segundo en subir y sorprenderla. Sin embargo, el sorprendido resulté yo al toparme con un ultrasonido sobre la mesa del comedor, cuando inquieto e impaciente, comencé a caminar por toda la casa.
Seis semanas de gestación…
Seis semanas, decía en el informe.
El tiempo exacto de la noche de despedida de soltera de la esposa de Lucio.
Bufé, pestañeando al tiempo y volviendo a fijar mi mirada en el papel.
Entonces la oí y levanté mis ojos para encontrarme con ella; la mujer que vivía dentro de mí desde el momento en que la conocí, aunque me hubiera costado aceptarlo. Mi alma se alimentaba con su luz, con su presencia y era imposible seguir sin ella. Era como si hubiera sido creada para llegar a mi vida en este momento exacto y demostrarme que siempre había un rayo de luz entre tanta oscuridad. Así que no me iría de aquí sin que ella