PIERO
La mañana trascurría lenta y no podía enfocarme en el proyecto en el que me había hundido para olvidarla. Frustrado, lancé la maldita maqueta que tenía en frente al suelo, arrasándola con la mano. Me lancé a mi sillón y cerré los ojos, intentando calmar la rabia que sentía por dentro al recordar aquello, cuando oí dos golpes en la puerta y esta abrirse para que apareciera Leo, flameando un pañuelo blanco antes de entrar.
Rodé los ojos y negué con la cabeza, mientras él entraba mirando el desastre que había en el piso.
—¿Mal día? —preguntó y suspiré—. Te he llamado durante dos semanas y no has respondido; acabo de regresar de casa de mis padres.
—Digamos que no he estado de humor para atender llamadas —mascullé con fastidio, enseñándole el sillón frente a mi escritorio, para que tomara asiento.
—Supe lo que pasó y lo siento mucho. —Enarqué una ceja y suspiró—. Alina me envió las fotografías que le restregaste en la cara a Sabrina… junto con algo muy interesante que seguramente te