Capítulo 27
La mañana se había convertido cada vez más en una prisión invisible para Leone Miles. Tras un despertar insoportable llena de reclamos, chantajes y amenazas encubiertas, la visita de su padre y su abuelo no había dejado más que un vacío asfixiante en su pecho. Sin embargo, cuando por fin logró cerrar la puerta del departamento tras el último grito histérico de Georgina, todo por fin quedó en silencio. Uno pesado. Uno que no traía calma, sino la brutal conciencia de que su vida estaba al borde de un abismo.
Se dejó caer en el sofá con una botella de whisky a medio terminar y los botones de su camisa aún desordenados por la tormenta que había enfrentado cubría su cuerpo. Cerró los ojos y dejó que la oscuridad le devolviera la escena que había intentado enterrar desde que ocurrió: su abuelo, con esa mirada pétrea, lanzándole una revista sobre la mesa de mármol. Leone no necesitó abrirla una vez más porque ya había visto la portada más de una docena de veces desde que irrumpie