Capítulo 24
El auto se deslizaba con elegancia sobre el asfalto mientras un silencio espeso envolvía a sus ocupantes. Irina llevaba la vista fija al frente, aunque a cada cierto tiempo desviaba los ojos hacia el retrovisor para observar a Gail, su hijo, que jugaba tranquilamente con sus carritos de colores en el asiento trasero. Su pequeño murmuraba efectos de sonidos, ajeno a la tensión contenida en la parte delantera del vehículo.
Leone iba al volante, sereno, sin decir una palabra desde que la había recogido. Solo le había pedido que se pusiera ropa deportiva y que llevara un gran bolso. No había dado más explicaciones e Irina había aprendido a no hacer demasiadas preguntas desde que trabajaba con él, pero por dentro se sentía agitada, preguntándose hacia dónde la llevaría en esta ocasión su jefe ¿Sería un campo? ¿Un club privado? ¿Un sitio de entrenamiento? El hombre siempre tenía un propósito, y eso la mantenía alerta.
El trayecto fue largo, pero tranquilo. Al llegar, la entrada