Capítulo 32
La mañana había llegado con una calma fingida, de esas que anuncian tormentas sin avisar. El hospital respiraba silencio como siempre, apenas roto por el murmullo de las enfermeras y el zumbido de los monitores en las otras habitaciones. Sin embargo, Gail, recostado entre sábanas blancas, dormía con una mueca de paz en el rostro, ajeno al caos que comenzaba a formarse fuera de su habitación. Irina, tras asegurarse de que todo estuviera en orden con su hijo, había salido un momento para buscar un café caliente. La noche había sido larga y el cansancio comenzaba a pesarle en los hombros dejándole saber que no era del todos invencible.
El aroma del café recién hecho no logró reconfortarla del todo como se lo imagino, pero mientras caminaba de regreso hacia el cuarto de Gail, no pudo evitar notar que varias personas se le quedaban viendo de manera extraña. Muchos hasta murmuraban a su paso y un nudo en su estómago se apretó. Esto hizo que acelerara su paso, inquieta, sintiend