Ella se fue de casa hace mucho tiempo, nuestros padres intentaron detenerla, pero fue inútil. Supongo que cuando vives en casas de acogida te acostumbras a rodar por muchos sitios y no puedes quedarte en un solo sitio.
—Ahí tienes un poco más, cualquier cosa que necesites sabes bien en dónde encontrarme. No pienses que me molestas, porque siempre tendré tiempo para ti, Sofía.
—Gracias, Mateo —ella me abrazó, y sentí cómo lanzó un largo suspiro —. Espero que la vida un día te regrese todo lo que das.
—Espero que tú estés bien, y lo que doy no es con el objetivo de que me sea devuelto. Digamos que es una especie de agradecimiento por todo lo que he logrado hasta la fecha.
—Tus padres se deben sentir orgullosos de ti, a pesar de que se encuentran muertos.
—Son nuestros padres, ellos no dejaron de amarte, incluso cuando te fuiste.
—Los decepcioné, supongo que soy buena para eso —ella sonrió con nostalgia y sus brazos se deslizaron por las mangas de mi saco —. Al menos les quedó tu compañí