VICTORIA:
Menos mal que Ricardo me ayudó con Javier en la tienda; estaba empeñado en que me comprara el vestido dorado, aunque el rojo no es mi favorito, no puedo negar que el que escogió me queda muy bien. Puedo escuchar a Ricardo en la habitación del lado, a la que se ha mudado en mi casa para aparentar que estamos casados. Aunque apenas nos vemos aquí. Es un adicto al trabajo.
Me miro al espejo. El vestido rojo se ajusta perfectamente a mi figura, con un escote elegante. Mi pelo cae en suaves ondas sobre mis hombros. Suspiro. Vamos a ver cómo nos va hoy en esa cena. No quería anunciar tan pronto mi matrimonio con Ricardo; esto solo va a confirmar los rumores de que estábamos juntos desde antes de divorciarme. —¿Estás lista? —escucho a Ricardo desde afuera. Al abrir la puerta de mi habitación, lo veo apoyado en el marco de la puerta, impecable en su t