Un mes ha pasado y Mardeli no ha querido ver a su cuñado, aunque lo disimula frente a David.
Afortunadamente Roldan la comprende, imagina que la situación que han vivido es muy traumática, pero está dispuesto a hacer todo lo que ella le pida con tal de que no salga lastimada… y ella lo sabe.
—Esta noche iremos a cenar con mi hermano.
Le informó David.
—¡Qué! Me niego, me duele la cabeza, además, el frío le hará daño al bebé en el vientre.
—En ese caso, seré tu abrigo de piel y me mantendré solo pegado a ti.
Dijo, guiñándole un ojo.
—Mejor quédate y abrázame toda la noche.
Lo retó, remojando los labios.
—¿Quieres que te perdone? Entonces acompáñame a esa cena y todo estará resuelto.
Mardeli resopló. No lo quería hacer pero al final ya se encontraba vestida y lista para encontrarse con la bestia.
—¡Te amo, preciosa!
Dijo David cuando aparcaron en el restaurante.
Ella estaba a punto de bajar, se detuvo abruptamente.
—Eso… ¿eso significa que mis insultos hacia ti, han sido perdon