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Al día siguiente que desperté no podía ni siquiera moverme en la cama porque Cárlenton me tenía abrazada de la cintura, su cabeza recostada en mi hombro y con su pierna me estaba entrelazando, me tenía como su prisionera.

Me molesté porque me urgía ir al baño y él nunca despertaba por más que le hablara.

—¿Qué pasa, amada mía? ¿Te sientes mal?

Pregunta todo adormitado después de casi aventarlo al suelo con una patada voladora.

—No. Solo muévete antes de que me haga pis aquí en la cama.

Dije, casi en un reclamo.

—Lo siento mi amor, es que es tan rico dormir así contigo. Me da un beso en la frente y se recuesta en el otro extremo de la cama a seguir durmiendo.

Me levanto y hago lo que voy a hacer para luego regresar a la cama, me siento bastante agotada por todo lo que hicimos anoche y también porque a estas alturas de mi embarazo deseo solo pasar durmiendo y comiendo.

Me acomodo nuevamente, él se acerca a mí y comienza a dar besos por todo mi cuerpo y aunque me sentía muy agotada,
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