Una hora antes de terminar con la jornada laboral, la recepcionista me comunica que abajo hay una señora que dice que quiere verme y que según, es urgente. Le pregunto que como es su nombre y me responde que el nombre de la señora es María Paula y que dice ser mi madre.
Yo solo escucho eso y siento que mis pulmones se quedan sin aire, me quedo muda. ¿Qué hago? ¿La recibo o no? estoy en un dilema.
Los recuerdos de un pasado doloroso llegan a mi mente para mortificarme nuevamente, o quizá para recordarme que ya lo he superado.
Tenía doce años cuando mi padre murió, él venía del trabajo que quedaba a dos horas de nuestro hogar, pero nunca logró llegar a casa porque en el camino tuvo un accidente de tránsito y murió.
Quedé devastada con su muerte porque él era la persona que yo más amaba y admiraba, era el único que me demostraba cariño y afecto.
Pocos meses después de la muerte de mi padre, mi madre se juntó con un señor mayor que ella.
Desde que lo conocí no me cayó para nada bien. Él