La noche había caído sobre la mansión Davis, iluminada por la tenue luz de las lámparas en el jardín. La familia había celebrado con alegría la decisión del juez, y Sofía estaba radiante, abrazando con fuerza a Kristen y Erik mientras jugaba con los globos que decoraban la sala.
—¿Entonces ahora ustedes son mis papás? —preguntó Sofía con una mezcla de alegría e incredulidad mientras los miraba con sus grandes ojos brillantes.
Erik se arrodilló frente a ella, tomando sus pequeñas manos entre las suyas.
—Sí, pequeña. El juez dijo que ahora somos una familia para siempre.
Kristen, conmovida, acarició el cabello de Sofía y añadió:
—Te amamos mucho, Sofía, y queremos que seas muy feliz con nosotros.
Sofía sonrió ampliamente y los abrazó con fuerza.
—¡Yo también los quiero mucho! ¡Siempre quise tener una mamá y un papá!
Erik y Kristen compartieron una mirada llena de amor y complicidad. Sabían que este era solo el principio de una nueva etapa.
Después de unos momentos de juego y risas, Kris