-No necesito que me lleves, David- exclamó Emilia mientras preparaba a su niño para ir a la casa de su jefe.- Ya deberías estar en la oficina a esta hora.
-Le voy a decir a uno de mis hombres que te lleve entonces- sentenció ignorando a su esposa, mientras enviaba un mensaje a unos de sus empleados.
La joven azabache puso los ojos en blanco y no protestó más, era como discutir con una pared, su esposo podía ser cabeza dura si se lo proponía.
Emilia esperó a que su coche con chofer privado llegara a la entrada de su casa.
Subió junto a su niño en la parte trasera, le colocó el cinturón de seguridad, Daniel se asomó por la ventanilla baja y besó los labios de su esposa.
-Cuídate ¿Si? - exclamó con dulzura.
A veces su esposo dejaba su máscara de tipo duro y gruñón y decía cosas como esas que a Emilia tanto le gustaban.
La joven sonrió y le devolvió el beso.
-Cualquier cosa llámame.
-Está bien- exclamó más tranquila, pensando que las cosas serían más fáciles entre ellos si el hombre fuera