Capítulo 38. Una condena silenciosa.
Emma esperaba impaciente en el pórtico de la casa a que llegaran los gemelos de la escuela. Había hecho un cartel con la palabra «Bienvenidos» en el medio y una serie de dragones alrededor que parecían más lagartijas con alas.
Lucas y Matt la habían retado a dibujar sola, sin la supervisión de ellos, así que se esforzó por hacerles aquel dibujo para recibirlos y sorprenderlos.
En ese instante escuchó el motor del auto acercándose y alzó el cartel. Los niños la miraron impactados por la ventanilla y comenzaron a reír y gritar con emoción.
Al bajar, corrieron hacia ella para abrazarla y apoderarse del dibujo. La felicitaron por su logro, aunque, como buenos artistas que eran, les dieron sus opiniones sobre los colores usados.
Se dispusieron a entrar en la casa mientras los chicos hablaban de forma atropellada, contando a la vez sus aventuras del día. Ella los escuchaba encantada, intentando seguir cada palabra, pero la charla se interrumpió al oír que otro auto llegaba al hogar.
Los vig