Capítulo 36: El destino

El departamento de Marisella está como lo encontré aquel día que no quiero recordar. Igual de solitario, silencioso y diría que con el mismo tipo de desorden cotidiano. Hay ollas en el lavaplatos, algo de polvo en los muebles y plantas que se están secando cerca de la ventana.

No pareciera que aquí murió una persona.

Dan tiene un rato largo en la habitación de Marisella. Yo estoy en la pequeña sala de brazos cruzados. No me gusta estar aquí, ni mirar en dirección al baño.

—¿Qué tanto puedes buscar en su habitación, Dan? — pregunto queriendo irme.

—¡Aquí está! ¡Ven princesa! — me grita él.

Entro en la habitación sin ánimos, para impacientarme por la condición en la que Dan ha puesto este sitio. Ha arrimado la cama, desordenado el closet y ha levantado unas láminas del suelo.

—¿No basta con que hayas roto la cerradura? ¿Ahora también estás dañando el piso?

Dan no me hace caso, termina de sacar las láminas del suelo, y mete sus manos en una especie de agujero. De allí adentro saca una la
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