Hay un espacio especial en el infierno para los hombres como Damián. Del tipo de hombre que te vuelve su casamentera después de haberte usado en la cama de la forma en la que hizo. Pero tenía que tragarme mi resentimiento y cumplir con la asignación que me había dado: encontrarle una esposa y madre para su hijo.
En esas he estado los últimos días, analizando como si fuera una stalker a las potenciales candidatas a tal posición. Estoy en la sala del apartamento con la mirada concentrada en la lista de mi laptop con nombres, ocupaciones, edades y números de contacto.
—¿Patricia Sterling? — digo — Socialité, 25, familia dedicada a la industria siderúrgica. ¿La anotamos en la lista?
—Descártala, Damián se enrolló con la hermana mayor, Riley. Los Sterling no quieren ver a los Goldstein ni en pintura por eso — explica Amy a mi lado.
Mis ojos se abren mucho y mis labios se curvan en una sonrisa forzada. Amy estaba siendo mi ayudante en esta ridícula tarea. Ambas estamos en pijama, con la sal