Los días en la mansión Brown pasan con una rapidez inaudita. Quizás sea la desconexión absoluta que hemos tenido con el mundo exterior lo que nos ha ayudado a tener ese tipo de sensación. Damián ha estado alejado de su computadora, celular, y de las noticias. Las únicas veces que se ha contactado con el exterior ha sido con su abogado y sus empleados en los primeros días para resolver temas económicos. Después de eso, absolutamente nada.
En cambio, yo, admito que he hecho algo de trampa, sin embargo, se me ha sido inevitable para monitorear la situación. A casi dos semanas del despido y escándalo por la condición mental de Damián, los titulares en la prensa han cambiado a sospechas atroces. Algunos sospechan que se fue a algún paraíso fiscal con dinero robado; otros dicen que se ha suicidado. Algunos otros comienzan a cuestionarse, si han sido muy duros con las críticas a éste.
No me digas. Imbéciles.
Como es de esperarse, soy la primera entusiasta por el cero contacto con el exterior